domingo, 12 de junio de 2016

Promesa al atardecer

Lesley había volado a través del mundo para reunirse con un equipo de excavación arqueológica en el corazón de África, y para sepultarse en el trabajo y olvidar el aplastante golpe que sus sentimientos habían dejado atrás.

No obstante, ella había cumplido su promesa. Volvería a su casa para Navidad. De toda su familia sólo Lauren y su marido Danny habían permanecido en la finca familiar. Y ahora —surgido de quién sabe dónde— había aparecido Gregory, el hermano de Danny. Esta presencia la obligaba a recordar todo de nuevo, su vida se veía invadida, Gregory la obligaba a sumergirse en su traicionero presente, encendiendo llamas de deseo que podrían incendiarlo todo. Podían obligarla a entregar su precioso pasado, sus recuerdos de Phillip… podían obligarla a disfrutar del momento y abrir su corazón a las apasionadas promesas de un nuevo amor.

La canción del viento

Su negocio eran los divorcios. Experta en deshacer enredos matrimoniales, la hermosa Blair Bennett era, una de las mejores abogadas de Shenandoah Valley. Pero ningún airado exmarido había invadido su casa, clamando fraude. Furioso porque los jueces lo habían despojado de todos sus bienes, le exigió alojamiento y comida.
Una vez que Mitch Morgan hubo pasado el umbral, fue imposible desalojarlo. Una vez instalado por un fin de semana, fue imposible ignorarlo. Y una vez que la hubo tomado entre sus brazos, fue imposible olvidarlo. ¿Estaba él diciendo la verdad? Blair perdía su objetividad con cada beso, sumergiéndose peligrosamente en emociones, que podían costarle su reputación… y su corazón.

El amante esquivo

Susan Vance era mujer. Pero también era oficial de carrera y estaba decidida a cumplir su deber.
No sucumbiría a su nuevo y arrollador comandante en jefe.
Primero, el seductor general la promovió al rango de mayor; ahora la reclamaba como suya.
Trató de negarse, pero él invadió su corazón con un beso de fuego.
Era una guerra de voluntades, una llamada a las armas, un apasionado combate de la clase más riesgosa.
Ella creía conocer al enemigo y supuso que podría superarlo en su propio territorio, hasta que descubrió al traidor en su propio corazón.

Donde el rio se inclina

¡Al fin libre! Amanda había abandonado su trabajo rutinario de nueve de la mañana a cinco de la tarde, y lo había cambiado por la aventura. Para estar bien segura de conseguir aventura había logrado un contrato como pianista en los barcos que recorrían el Mississippi.

Tan pronto como se embarcó en el Cotton Queen, Amanda se vio rodeada por una mezcla de pícaros y de señores sureños. Todo esto era una francachela. Hasta que apareció Jay. A veces alegre y juguetón, a veces serio. Al principio él despertó su curiosidad. Y luego un deseo de estar con él todo el tiempo, que ella era impotente para explicarlo. ¿Quién era él? ¿Y por qué jugaba con su corazón como un jugador de póker? Ella ansiaba su tierno contacto, sus ardientes besos. Cada contacto, cada beso, la hacía desear más contacto y más besos… más aventura, más luz de luna.

Danza en el cielo

Pronto la historia la registraría a ella como la primera mujer lanzada al espacio: Jill sería acompañada por el coronel Jake Whitney en “Venus”, la estación espacial, en la más ambiciosa empresa desde que el hombre había caminado en la luna.

Pero lo que nadie podía saber eran los conflictivos sentimientos que unían a Jill al hombre destinado a acompañarla en esa solitaria odisea… el hombre que hacía dos años la había enloquecido de pasión, de deseo. Ella había tratado de olvidarlo. Pero ahora el destino los había vuelto a reunir, aislados del mundo, en la mayor intimidad. Juntos explorarían el espacio desconocido más allá del cielo. También explorarían las profundidades ocultas del turbado corazón de Jill.

Bajo la tempestad

Desde el preciso momento en que él apareció en la playa —alto, bronceado por el sol, e increíblemente hermoso— Kenda supo que lo deseaba, que lo amaba…

Kenda había sobrevivido a la tempestad tropical que había causado la muerte de su padre y la destrucción del laboratorio en que éste trabajaba. De niña se había transformado en mujer, solitaria en una de las más remotas islas Fiji. De pronto y sorpresivamente aparece él, John, un hombre con un pasado tormentoso, provisto de un bote.

Él llegó milagrosamente para rescatarla a ella. No obstante, ¿podría ella afrontar el traicionero viaje de regreso a la civilización? Ella había sido capaz de sobrevivir al dolor y a la soledad, hasta encontrar la paz en su isla paradisíaca. ¿Podría ella sobrevivir a las tempestades del amor?

Arrebato de pasión

Kasha Lockridge -la doctora Lockridge, consejera matrimonial- tenía buenas razones para estar alarmada. Un perfecto desconocido había entrado a su oficina, la había proclamado la mujer perfecta, había anunciado que la amaba y había jurado casarse con ella.
¿Estaba loco?
Obviamente, Jeff Bannerman, ojos claros, delgado e innegablemente apuesto como era, era un caso para tratamiento, no para consideración. El entrenamiento que recibiera Kasha le había enseñado que «el amor a primera vista» era irremediablemente inmaduro.
Día tras día él reaparecía para repetir sus absurdas declaraciones de amor. Día tras día ella se volvía menos desapasionada. Beso tras beso robados iban despertando en ella apetitos y deseos cada vez más acuciantes. ¿Cuánto tiempo resistiría antes de rendirse a las fantasías y delirios de ese hombre?
¿Estaba loco? ¿O absolutamente cuerdo?