sábado, 22 de agosto de 2015

Serie espías

Dominic Paget, conde de Bedford, haría cualquier cosa por seguir espiando a los enemigos de Gran Bretaña. Gravemente herido, quedó al cuidado de una hermosa joven, Julianne Greystone, pero descubrió que ella simpatizaba con el enemigo. Aun así no pudo evitar seducir a la mujer que le había salvado la vida con la esperanza de que ella nunca supiera de su traición.


Julianne quedó cautivada por el desconocido herido al que creía un héroe revolucionario. Hasta que descubrió la verdad… Su héroe era el privilegiado conde de Bedford. Devastada y decidida a olvidarse de él, Julianne viajó a Londres. Pero cuando se vio en peligro, fue Bedford quien acudió en su ayuda. Julianne debía manejar las intrigas de una ciudad peligrosa, los anhelos salvajes de su propio corazón y la explosión de su pasión…



La traición los separó

Amelia Greystone estaba enamorada del conde de St. Just, pero él rompió su noviazgo y se marchó repentinamente de Cornualles. Diez años después, ella se quedó asombrada cuando Simon, que acababa de enviudar, volvió a la mansión de su familia.

Amelia debía olvidar su amor y su traición, y consolarlo como haría una buena vecina. Simon había cambiado mucho; se había convertido en un hombre adusto y angustiado. Sin embargo, seguía teniendo el poder de cautivarla con una sola mirada. Él le ofreció un puesto de trabajo de ama de llaves en su casa y, al instante, Amelia supo que debía rechazarlo. Pero, por el bien de los hijos pequeños del conde, hizo caso omiso de los dictados del sentido común…

La pasión los uniría de nuevo


Simon Grenville era un espía británico, pero se vio obligado a hacer un doble juego con tal de mantener seguros a sus hijos, su principal objetivo. Cuando se vio cara a cara con la mujer a la que había amado una vez, se dio cuenta de que sus sentimientos hacia Amelia no habían cambiado, sino que se habían fortalecido con el tiempo. Sabía que debía estar lejos de ella, porque su vida era demasiado peligrosa, pero algunas veces, la pasión era demasiado fuerte como para negarla…




Una viuda desesperada

Evelyn D’Orsay fue una huérfana pobre, pero se convirtió en condesa al casarse con un aristócrata francés a los dieciséis años. Sin embargo, la Revolución la obligó a salir de Francia con la ayuda de un famoso contrabandista. Al morir su marido quedó nuevamente en la pobreza, y supo que tenía que recuperar la fortuna familiar de Francia por el bien de su hija. Sin embargo, solo había un hombre que pudiera ayudarla… El contrabandista a quien no podía olvidar.


Un espía peligroso Jack Greystone llevaba viviendo del contrabando desde que era un muchacho, y dedicándose al espionaje desde que había comenzado la guerra. Era un proscrito y su cabeza tenía precio, por lo que vivía escondido. Un día supo que la condesa estaba preguntando por él, y de mala gana, acudió en su ayuda de nuevo, porque nunca había sido capaz de olvidarla. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que estaba dispuesto a renunciar a todo para poder estar con la mujer a la que amaba…

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