Ella guardaba un impactante
secreto…
A Louise Anderson le latía
con fuerza el corazón al aproximarse al imponente castello. Solo el duque de
Falconari podía cumplir el último deseo de sus abuelos, pero se trataba del
mismo hombre que le había dicho arrivederci sin mirar atrás después de una
noche de pasión desatada.
Caesar no podía creer que la
mujer que había estado a punto de arruinar su reputación todavía le encendiera
la sangre. Al descubrir que su apasionado encuentro había tenido consecuencias,
accedió a cumplir con la petición de Louise… a cambio de otra petición por su
parte: ponerle en el dedo un anillo de boda.
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