Diana
tenía sus propios caminos para obtener lo que quería de los hombres. Y después
los abandonaba. Cuando su matrimonio sucumbió ante los celos de su marido, ella
regresó para dirigir la estancia de su padre.
Allí
se encontró con Holt, quien con mano de hierro dirigía la propiedad... y
también encontró a Guy, hijo del anterior, quien de inmediato cayó seducido por
la belleza de Diana.
Holt
pretendió proteger a Guy de los destructivos encantos de Diana. Pero ambos se
vieron obligados a pactar una incómoda alianza cuando juntos tuvieron que hacer
frente a la desaparición del rebaño de yeguas de pura sangre. Cabalgaron
durante días abrasadores y noches heladas hasta un oculto lago, donde
encontraron al ladrón: un potro salvaje, de color blanco.
Pero
dentro de sus corazones hallaron algo mucho más salvaje que cambiaría para
siempre a esa mujer bella y orgullosa y a ese hombre valiente y tierno que
todos llamaban el intruso.