Para
Rachel Mackinley, su próspero negocio de muebles había sido todo su mundo,
hasta que durante un crucero por las costas mexicanas, se vio forzada a
compartir su camarote con Gardner Mackinley, un hombre atractivo de ojos
oscuros.
Gard
estaba seguro de que el destino los había hecho coincidir, y que tenían en
común algo más que el apellido. Sus apasionados besos parecían encender en el
corazón de Rachel.
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