April Bingham acababa de descubrir que el hijo al que creía
haber perdido seguía vivo, y que vivía con Jared O'Neal, su padre. Ahora había
vuelto a su pueblo natal con intención de convertirse en una verdadera madre
para el pequeño Tyler, pero Jared no la había recibido con los brazos abiertos,
precisamente.
Aquel hombre obstinado evocaba en April una añoranza que no
había sentido durante años. No sólo echaba de menos su hogar, sino que empezaba
a albergar esperanzas de una felicidad duradera que jamás había creído posible.
El problema era que tenía que convencer al desconfiado Jared de que la pasión
que habían compartido había creado no sólo un niño maravilloso, sino también un
amor que duraría toda la vida.
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