Pronto
la historia la registraría a ella como la primera mujer lanzada al espacio:
Jill sería acompañada por el coronel Jake Whitney en “Venus”, la estación
espacial, en la más ambiciosa empresa desde que el hombre había caminado en la
luna.
Pero
lo que nadie podía saber eran los conflictivos sentimientos que unían a Jill al
hombre destinado a acompañarla en esa solitaria odisea… el hombre que hacía dos
años la había enloquecido de pasión, de deseo. Ella había tratado de olvidarlo.
Pero ahora el destino los había vuelto a reunir, aislados del mundo, en la
mayor intimidad. Juntos explorarían el espacio desconocido más allá del cielo.
También explorarían las profundidades ocultas del turbado corazón de Jill.
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