Las viejas pasiones
nunca morían...
Leo Zamos había
persuadido a su telesecretaria, Eve Carmichael, para que se hiciera pasar por
su prometida en una cena de negocios. Como no la conocía en persona, Leo había
dado por hecho que sería una mujer de aspecto serio y formal. ¡Poco tardaría en
darse cuenta de lo equivocado que había estado!
Con sus suaves curvas y
aquellos labios que parecían estar pidiendo a gritos que los besaran, Eve era
tan tentadora como su nombre. Eve había accedido a regañadientes a la petición
de su jefe, Leo Zamos. Claro que... ¿cómo habría podido negarse una madre
soltera a la suma de dinero que le había ofrecido a cambio?
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