Lady
Morva Eden accedió, presionada por su familia, a casarse con el nuevo conde de
Howgill. De esta manera conservaría la ancestral casa de la familia y obtendría
un empleo para su hermano que había perdido el título de nobleza.
El
conde de Howgill, un astuto millonario canadiense, con buena visión para los
negocios, planeaba convertir la propiedad en un centro turístico lucrativo.
¿Qué
pensaría Morva de esto?
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