¡Curupira…
el salvaje! No era de asombrar, pensó Rebel, que los nativos de la selva
amazónica hubieran dado ese nombre a Luis Manchete. Ella nunca había conocido a
nadie como él: un hombre civilizado que parecía pertenecer a la alta sociedad
de Brasil y que sin embargo, se encontraba en su ambiente en las profundidades
de la jungla.
Rebel
comprendió, cuando se encontró a solas con él en este medio salvaje, que era un
hombre fascinante.
¿Seguiría
siendo el Amazonas su único gran amor?
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