Lucas
Canfield era una leyenda local, el muchacho díscolo que se había regenerado.
Megan había seguido durante años sus progresos y escándalos en las páginas de
economía y en las revistas del corazón. Parecían gustarle las mujeres fáciles y
la vida disoluta. ¡Ella no encajaba en aquellas categorías! Los hombres le
decían que tenía agua en las venas.
Pero
Megan no tardó en descubrir que no era tan inmune al encanto de Canfield, lo
que sólo reforzó su determinación de resistir.
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