Dominic Paget, conde de
Bedford, haría cualquier cosa por seguir espiando a los enemigos de Gran
Bretaña. Gravemente herido, quedó al cuidado de una hermosa joven, Julianne
Greystone, pero descubrió que ella simpatizaba con el enemigo. Aun así no pudo
evitar seducir a la mujer que le había salvado la vida con la esperanza de que
ella nunca supiera de su traición.
Julianne quedó
cautivada por el desconocido herido al que creía un héroe revolucionario. Hasta
que descubrió la verdad… Su héroe era el privilegiado conde de Bedford.
Devastada y decidida a olvidarse de él, Julianne viajó a Londres. Pero cuando
se vio en peligro, fue Bedford quien acudió en su ayuda. Julianne debía manejar
las intrigas de una ciudad peligrosa, los anhelos salvajes de su propio corazón
y la explosión de su pasión…
La traición los separó
Amelia Greystone estaba
enamorada del conde de St. Just, pero él rompió su noviazgo y se marchó
repentinamente de Cornualles. Diez años después, ella se quedó asombrada cuando
Simon, que acababa de enviudar, volvió a la mansión de su familia.
Amelia debía olvidar su
amor y su traición, y consolarlo como haría una buena vecina. Simon había
cambiado mucho; se había convertido en un hombre adusto y angustiado. Sin
embargo, seguía teniendo el poder de cautivarla con una sola mirada. Él le
ofreció un puesto de trabajo de ama de llaves en su casa y, al instante, Amelia
supo que debía rechazarlo. Pero, por el bien de los hijos pequeños del conde,
hizo caso omiso de los dictados del sentido común…
La pasión los uniría de
nuevo
Simon Grenville era un
espía británico, pero se vio obligado a hacer un doble juego con tal de
mantener seguros a sus hijos, su principal objetivo. Cuando se vio cara a cara
con la mujer a la que había amado una vez, se dio cuenta de que sus
sentimientos hacia Amelia no habían cambiado, sino que se habían fortalecido
con el tiempo. Sabía que debía estar lejos de ella, porque su vida era
demasiado peligrosa, pero algunas veces, la pasión era demasiado fuerte como
para negarla…
Una viuda desesperada
Evelyn D’Orsay fue una
huérfana pobre, pero se convirtió en condesa al casarse con un aristócrata
francés a los dieciséis años. Sin embargo, la Revolución la obligó a salir de
Francia con la ayuda de un famoso contrabandista. Al morir su marido quedó
nuevamente en la pobreza, y supo que tenía que recuperar la fortuna familiar de
Francia por el bien de su hija. Sin embargo, solo había un hombre que pudiera
ayudarla… El contrabandista a quien no podía olvidar.
Un espía peligroso Jack
Greystone llevaba viviendo del contrabando desde que era un muchacho, y
dedicándose al espionaje desde que había comenzado la guerra. Era un proscrito
y su cabeza tenía precio, por lo que vivía escondido. Un día supo que la
condesa estaba preguntando por él, y de mala gana, acudió en su ayuda de nuevo,
porque nunca había sido capaz de olvidarla. Sin embargo, pronto se dio cuenta
de que estaba dispuesto a renunciar a todo para poder estar con la mujer a la
que amaba…
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