Se
encontraba inmersa en un juego peligroso del que sólo él podría protegerla…
Su
plan para salvar a su hermano dejó a Melanie Andrews con un cadáver en las manos,
un asesino en los talones y ningún
lugar al que
huir, excepto los
brazos de Roderick Laughlin. En
cuanto vio a
aquel guapísimo hombre
en el salón lleno de gente,
Melanie supo que había encontrado un refugio.
Y cuando el
reloj dio las
doce, Melanie le
dio un beso en
los labios y
escapó pensando que
no volvería a verlo jamás.
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