No podían negar la
química sexual que había entre ambos.
El multimillonario
Lucas Romero era muchas cosas: inquietante, inteligente y un mujeriego
consumado. ¿Qué no era? El monitor de esquí que la hermosa e inocente Milly
creía, al que había abierto su corazón en un apartado y suntuoso chalé de
invierno.
Lucas, un arrogante
playboy, se sintió desconcertado ante la insólita reacción de ella cuando le
habló de su inmensa fortuna. ¡Nadie se le había quejado nunca! Cuando, debido a
una emergencia familiar, él necesitó a una mujer a su lado, Milly se vio de
repente camino a España… ¡y prometida!
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